Redacción
Pasado el júbilo inmediato a
la detención de Elba Esther Gordillo; rebasada la dulce sensación de que la
justicia al fin alcanzaba a una de las “intocables” de este país; y tras
superar la creencia sublime de que la educación –ahora sí- arrancará sobre la
pista de la modernidad, la depresión se reinstala por el hecho de que la
inteligente maniobra del PRI (no hay que quitarle el mérito de haberlo hecho
con gran timing) resulta más una triste alteración de forma que de fondo.
Algunas conclusiones sobre el
llamado “Elbazo” ayudan a desmontar el acto de ilusionismo que realizan el
gobierno y la mayoría de los medios de comunicación en torno al caso de “La
Maestra”.
1.- El grupo elbista sigue
intacto. Juan Díaz de la Torre, el nuevo presidente del Consejo General
senetista, era uno de los líderes incondicionales de Elba Esther hasta el
miércoles 27 de febrero. Junto a él sobrevive el círculo de jefes sindicales
cercanos a “La Maestra” y el equipo de operadores electorales del SNTE tan
codiciado por candidatos y partidos.
2.- Al asumir el Estado la
rectoría de la educación a través de la más reciente reforma sobre la materia,
y al tener Peña Nieto un lugar “especial” en la Comisión Política del PRI, el
partido en el poder se halla en la envidiable situación de retomar el control
del sindicato más grande de América Latina, con sus más de 1 millón 200 mil
agremiados que funcionan cual ejército de votantes en cada elección
presidencial.
3.- De marcada factura
salinista, la aprehensión de Elba Esther despeja las dudas sobre la presencia
del todavía “innombrable” en el primer grupo de Peña Nieto. Si en la estrategia
para la captura de la poderosa líder sindical no faltó el consejo calculado de Salinas
de Gortari, estamos ante un ajuste de cuentas que pone en “tablas” la relación
de la dirigencia magisterial con el viejo sistema político. “Salinas la puso,
él mismo la quita”.
4.- Expuesto como un acto de
justicia, la defenestración de Elba Esther, además de ser una acción claramente
política, es también una medida de contenido económico tendiente a comenzar la
privatización de la educación básica y media. Grupos empresariales en México y
organismos financieros mundiales han demandado por años el ajuste del sistema
educativo a las exigencias de los nuevos esquemas internacionales de producción.
5.- La aprehensión resulta una
vacilada de mal gusto cuando se advierte que los victimarios de “La Maestra”
-Peña Nieto y su gabinete- son los mismos que triangularon recursos públicos y
de procedencia desconocida para la campaña del PRI. Maniobras ilegales de
financiamiento que el IFE aprobó con un histórico cinismo.
6.- “Vendido” el golpe a una
audiencia de millones como un paso significativo en la modernización de México,
el “elbazo” implica en verdad un retroceso con tintes ominosos.
Es la vuelta del PRI
autoritario que sacrifica a uno de sus productos más originales para lograr la
anuencia de la población y de los otros poderes que pudieran desafiar al
presidente. (Aunque la amenaza de Peña Nieto a esos poderes fácticos sea sólo
un alarde).
Con ello, el país seguirá dependiendo
de la “buena” voluntad del Ejecutivo para castigar los excesos legendarios de nuestros
gobernantes y jefes políticos, en lugar de que el sistema de justicia,
independiente, actúe conforme a la ley en estos casos. La separación de poderes
-una de las grandes demandas de los movimientos democráticos en contra del PRI-
vuelve a ser una necia aspiración.
El “elbazo”
sintetiza el regreso del autoritarismo que reparte y quita, ése mismo que -dicen
sus defensores- es el mejor ejemplo de un gobierno justo y equitativo en
nuestro país.