Sergio Martínez Espitia.-
Un caso más de negligencia se suma a la larga lista
de los ocurridos diariamente en el Hospital General del IMSS no. 4 de Celaya,
Gto. Esta vez se trata del paciente Mauro Acosta Hernández, de 38 años,
originario de esta ciudad, quien, después de una innecesaria intervención quirúrgica
que agravó su estado, murió el pasado 17 de enero.
Un
rosario de anomalías
Mauro Acosta, quien padecía anemia hemolítica desde
hacía dos años, ingresa a dicho hospital en la primera semana de octubre de 2013 por
una supuesta infección en los riñones. Sin embargo, al segundo día de su estancia, una
médico pasante cambia el diagnóstico por el de un padecimiento en la vesícula.
Ante el nuevo dictamen, Mauro es preparado para una cirugía.
Las enfermeras que lo atienden dejan de alimentarlo bajo
este pretexto pero sin tener una fecha precisa de operación. Así pasan dos días
sin que el paciente coma ni sea alimentado vía intravenosa, cuando –de acuerdo
con los protocolos establecidos- para una persona resultan suficientes de 8 a 12 horas sin ingerir alimentos antes de una operación.
Además, debido a su problema de anemia, Mauro no
podía dejar de comer por largos periodos, una circunstancia que –al parecer- el
personal médico no tomó en cuenta.
El día martes, tres días después de la hospitalización,
Mauro sigue sin tener fecha para el quirófano y tampoco ha sido visitado por un
médico de cabecera. Verónica Acosta, hermana del paciente, acude con el mismo
subdirector del instituto para pedirle que gire las órdenes correspondientes.
Es entonces que el enfermo recibe la visita del
anestesiólogo, quien advierte sobre el riesgo de que Mauro ingrese a Terapia
Intensiva después de la intervención debido a que presenta un alto nivel de
oxígeno. No obstante, el médico que en ese momento observa al paciente afirma que la operación
es urgente porque existe el peligro de que la vesícula estalle.
Finalmente, Mauro ingresa al quirófano, y, en
efecto, tras la intervención se halla en una situación aún más delicada
de la que padecía antes de ser operado. El médico que realiza la cirugía, y
quien no conoce ni ha checado previamente al enfermo, confiesa a Verónica que
su hermano no ameritaba una operación de la vesícula, pero Mauro, ya con el
pulmón izquierdo colapsado, se encuentra en cuidados intensivos.
Para colmo, en el lugar no había ni cama disponible ni
aparato para facilitar la respiración del paciente, y sus familiares tienen que
ir nuevamente con el subdirector para que éste vuelva a pedir al personal que haga
su trabajo. Al enfermo se le realiza una traqueotomía y es entubado a la máquina.
Debido al problema del pulmón, Mauro recibe tres
incisiones en los costados para extraer el líquido pleural y requiere –de
inmediato- la consulta de un neumólogo, sin embargo, en el Hospital no. 4 de
Celaya no existe ni uno solo de estos especialistas. Los parientes recurren a
un neumólogo privado.
El doctor, en reunión con los médicos del IMSS, instruye
que el paciente sea nuevamente intervenido, pero esta vez de los pulmones. Dicha
operación tenía que llevarse a cabo en León, debido a que en la clínica de
Celaya no cuentan con el equipo necesario para hacerla.
Sin embargo, las dilaciones en el servicio vuelven a
suceder. Siendo la intervención de carácter urgente, transcurre casi una semana
sin que llegue la respuesta a la solicitud enviada a la clínica de León. Otra
vez, Verónica y familiares acuden al subdirector para que comience a
agilizar los trámites.
Por fin, Mauro es trasladado a aquella ciudad, pero
los doctores de ahí dictaminan que el líquido del pulmón está casi drenado y
deciden no proceder con la operación. El mismo día de su arribo a León el
paciente regresa a Celaya.
De nueva cuenta en Terapia Intensiva, Mauro empeora
bajo un cuadro de vómito constante y precaria movilidad, y a la semana es
enviado por segunda vez a León, pero esta vez sí es atendido y de forma
exitosa. En el transcurso de 4 a 6 días el paciente exhibe una recuperación
increíble.
A finales de noviembre, Mauro regresa a Celaya,
directamente a su casa, sin necesidad de volver a ser hospitalizado, y bajo una
condición estable. El enfermo parece salir de la pesadilla y recobrar la
esperanza.
La
muerte no importa en el IMSS
Tras varios días de relativa calma, el hoy occiso
comienza a sufrir temblores y fiebre constante de 39 grados. El 9 de diciembre es
examinado en Urgencias del Seguro y ese mismo día vuelve a ser hospitalizado para permanecer en observación médica hasta que la fiebre
disminuya.
El 17 diciembre, el neurólogo asignado a su caso le
diagnostica tuberculosis en el cerebro. Ante el cuestionamiento de los
familiares por la sorpresiva enfermedad, que no había sido detectada en los
casi dos meses de la última hospitalización, el doctor afirma que seguramente Mauro
la contrajo en Terapia Intensiva, debido a la cantidad de antibióticos que consumió
y cuyos efectos provocaron una baja en el sistema inmunológico. ¡Una enfermedad
contraída en el mismo hospital!
La tomografía que se realiza con base en este
diagnóstico muestra lesiones profundas en ambos hemisferios e inflamación de
masa encefálica. El médico, sin tener claro el origen en el organismo de este cuadro de tuberculosis, receta al paciente tres antibióticos “muy fuertes” para “matar
todo”, hongos, bacterias y virus.
A pesar de una mejora en su condición, Mauro sigue
teniendo fiebre y temblores, por lo que Verónica decide solicitar la opinión de
un neurólogo privado, quien tras revisar el expediente del enfermo,
diagnostica posible neurosida y sugiere realizar una resonancia magnética.
El médico del IMSS rechaza este
dictamen y pronostica hidrocefalia, además de mandar hacer una extracción del
líquido de la columna vertebral, cuyo análisis confirma la existencia de la
tuberculosis.
Mauro muestra poca movilidad y empieza a tener
convulsiones. El médico decide que el paciente debe ser operado del cerebro para
extraer el líquido acumulado en ambos hemisferios. El neurocirujano dilata la operación hasta
que el subdirector –presionado otra vez por los familiares- le ordena
realizarla. El 2 de enero Mauro es intervenido, pero el doctor que lo
opera previene una escasa mejoría.
En ausencia del médico titular -cuyo contrato había finalizado el primero de ese mes- el paciente espera hasta una semana para que un nuevo médico le sea asignado. Es entonces que asume la responsabilidad el doctor Murillo, quien, según testimonio de los parientes,
resulta ser el más negligente de todos los que vieron a Mauro, ya que se
presenta en Terapia Intensiva hasta varios días después de ser asignado y lo único que dice es que el paciente “está
muy mal”.
Tras la intervención era requerida la
presencia de un infectólogo y una tomografía que solo en León podía realizarse,
pero las dilaciones -en parte por este médico- vuelven a ocurrir. La hermana de Mauro envía el 14 de enero
una carta al director del hospital donde pide cubrir estas necesidades a la
brevedad posible. La petición nunca es respondida.
En la mañana del 17 Mauro se halla completamente
paralizado, sin embargo, el doctor Murillo, quien lo visita de forma inesperada,
dice a los familiares que su pariente se encuentra mejor, cosa que a una cuñada
le parece una mentira calculada, porque a las 19:30 horas de aquel día Mauro muere
tras una larga agonía.
En el acta de defunción solo se apunta que el
paciente fallece tras “múltiples fallas orgánicas” y que las posibles causas
del deceso son la tuberculosis y la anemia hemolítica, pero nunca se refieren las
circunstancias particulares que en ese momento pudieron provocar la muerte de
Mauro. Los parientes deciden no solicitar la autopsia.
Actualmente, la familia integra la denuncia que
presentará ante las autoridades competentes por presunta negligencia médica
en el servicio otorgado al paciente Mauro Acosta Hernández en el Hospital no. 4
del IMSS de Celaya, Gto. Para ello se ha solicitado al área jurídica de esta
clínica el expediente médico. Por supuesto, los familiares esperan que en dicho documento
se omitan los factores de negligencia que en buena medida causaron la pérdida de Mauro, como la tardanza, las omisiones y la ineptitud de los médicos
y las enfermeras retratados en esta crónica.
*Por petición de los familiares se omitieron los
nombres de autoridades y algunos médicos.
*Si quieres denunciar algún caso manda un mensaje a sergiomaes@hotmail para concertar cita o preparar nota por intercambio en las redes.
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