lunes, 28 de julio de 2014

Los aficionados de la selección… consumidores defraudados. Un equipo que deja millones de dólares a sus dueños sin cumplir con las grandes expectativas que genera en el público.


Sergio Martínez Espitia

Las grandes expectativas que la selección mexicana de futbol despierta en más de 100 millones de aficionados no se equiparan a los magros resultados que la escuadra obtiene a nivel mundial. 

Más allá del afecto depositado en la selección, ésta es un producto como cualquier otro puesto en el mercado, uno que, de acuerdo con los hechos, sobre todo los vistos en los últimos 6 Mundiales, está muy por debajo de las metas implícitas en su publicidad y propaganda.

Porque detrás de ese aparente apoyo natural de comentaristas, directivos, técnicos y marcas se encuentra una detallada estrategia de marketing, una serie de ideas y mensajes publicitarios que tienen como fin llevar a más gente a los estadios, incentivar la compra de los productos directa o indirectamente ligados a la selección, elevar el rating de las televisoras y hacer que los aficionados, de forma consciente o no, asuman los puntos de vista favorables al equipo, dichos con claridad o sutileza por periodistas y líderes de opinión.    

Este aparato de promoción cobra una mayor fuerza en temporada mundialista, cuando las ganancias por la venta de la marca “selección mexicana” se incrementan. Una de las características nodales de esta publicidad es deslizar, sugerir, o, a bocajarro afirmar, que el seleccionado tiene “serias” posibilidades de ser campeón del mundo, una aspiración que cobra visos de delirio entre muchos aficionados. 

Bajo esta enorme perspectiva, reforzada por spots grandilocuentes, declaraciones desmesuradas de técnicos y jugadores, y análisis tendenciosos sobre dichas "posibilidades", se estimula el consumo a gran escala en torno del combinado nacional. Se desarrolla así un proceso de “inflación” de los hechos y personajes relacionados con el equipo, exagerados hasta el punto de crear en el público verdaderos estados de ensoñación, donde la escuadra mexicana es vista con el título en sus manos.

Los campeones que no lo fueron

La expectativa de ser campeones del mundo ha sido aprovechada desde el Mundial de México 70, pero no es sino hasta el torneo de 1986 que el binomio México-Campeón se promueve cual hecho consumado, sobre todo por parte de Televisa y su entonces director de Deportes, Juan Dosal.

En los subsiguientes mundiales imperó la misma tónica, aunque con menos intensidad. No sería sino hasta el Mundial de Alemania 2006, con Ricardo A. Lavolpe como DT, que la selección volvería a ser publicitada como aspirante indiscutible a ganar la Copa.

Una inmensa maquinaria de spots, entrevistas, programas televisivos, coberturas especiales, sondeos, etc. fue puesta en marcha como jamás se ha visto en torno de un producto en el país. No era para menos, Federación, televisoras y sponsors necesitaban reavivar el fervor por el seleccionado después de la triste derrota ante Estados Unidos en los octavos del Mundial pasado en Corea.    

Pero este “campeón del mundo” en manos del argentino realmente nunca logró desarrollar un estilo, y en el 2006 haría un papel semejante al de otros Mundiales, al ganar de forma mediocre a Irán 3 a 1, empatar apuradamente con Ghana 0 a 0 y perder con Portugal 2 a 1, en una de las peores actuaciones en la historia de las primeras rondas; en octavos, la selección volvería a ser derrotada por un gol de diferencia tras ir ganando 1 a 0, esta vez ante Argentina.

El Mundial de Sudáfrica 2010 transcurriría sin pena ni gloria para la selección, bajo la batuta de Javier Aguirre, quien por segunda vez asumía el cargo de DT tras ser el técnico responsable de la derrota con los norteamericanos en el 2002.  En el torneo de Sudáfrica la decepción fue menor, debido al pobre apoyo de la Federación y al escaso interés de los aficionados.

La promesa “doble” del séptimo partido

Vendría la última participación de México en un Mundial, el recién finalizado en Brasil, donde las técnicas de la publicidad y la propaganda quedarían mayormente expuestas.

La entrada repentina de Miguel “El Piojo” Herrera a la dirección del equipo, en lugar de Manuel Vucetich, fue un auténtico golpe de timón por parte de Emilio Azcárraga, presidente de Televisa, con el fin de provocar un efecto de optimismo con un personaje que gozaba de una gran popularidad (El showman idóneo, “campeón” de la mejor fotografía del Mundial en Brasil).

No hay razón para pensar en una causa distinta a la designación de “El Piojo”. La selección de Vucetich, el técnico mexicano más exitoso de la historia reciente, muy bien hubiera podido vencer a la patética Nueva Zelanda. Pero el ingreso de Herrera daba el extra publicitario que la Federación necesitaba para enderezar la desastrosa imagen de un equipo que apenas había llegado al repechaje.
 
De inmediato, las fórmulas publicitarias se usaron de manera sistemática y puntual. En una entrevista planeada con Adela Micha, Miguel Herrera inauguró la promesa de llegar al “séptimo partido” y los jugadores –en otros programas y coberturas- la de “hacer historia”, ambas, ideas de una gran fuerza sugestiva y a la vez con un amplio margen de ambigüedad, lo que permitía a futbolistas y entrenador eludir los compromisos reales.     

¿A qué se referían los jugadores con hacer historia, a disputar por fin el quinto partido, a ser campeones del mundo, o a lograr aquello que en verdad obtuvieron, ser la primera selección de la historia en perder 6 veces seguidas en los octavos de final? ¿Qué quería Herrera decir realmente con el séptimo partido, llegar a la final o solo a semifinales, donde también se incluye el otro séptimo... el juego por el tercer lugar?

Pero la idea clave del torbellino publicitario fue la exigencia de creer, y solamente creer, en la selección. “Crees o no crees”, se repetía desafiante en los spots, en un claro intento de poner en duda la capacidad de un pueblo que se autodefine como uno de los más creyentes del mundo. Los aficionados mordieron el anzuelo, y su fidelidad incuestionable –o la obstinación de siempre por ser campeones de un Mundial-, se situó como nunca más allá de cualquier hecho que objetara la fe en la selección. 


Solo esta postura puede explicar el fuerte estado depresivo en que miles de mexicanos estaban minutos después de la derrota ante Holanda, un fenómeno nuevo en la historia de las decepciones del seleccionado. Creer, solo por creer, parecía estar funcionando, con una primera vuelta muy exitosa cuando muchos pensaban que el equipo no alcanzaría los octavos. Pero la fulminante voltereta de los naranjas, con el partido casi en la bolsa, vino a darnos la lección de otras veces: la fe, por sí sola, nunca es suficiente.

El rechazo de la marca “selección mexicana”

Perder ante Holanda de manera semejante a otras ocasiones en octavos, a solo unos minutos del final y después de ir arriba en el marcador, exhibió de una vez por todas los errores que la selección viene repitiendo –en mayor o menor medida- desde el Mundial de Estados Unidos en 1994.

Como producto, la selección –puede decirse- contiene los siguientes defectos: a) las expectativas que genera en el consumidor no corresponden a su desempeño; b) los errores de la dirección técnica inciden de forma crucial en los resultados; c) Muestra ser un equipo eficaz pero no eficiente, en la medida en que su funcionamiento en general es óptimo pero sin concretar los resultados prometidos; y d) los jugadores expresan una falta de consistencia en la actitud demostrada para arribar al resultado.

La repetición generalizada de estas carencias durante 20 años (6 mundiales) fue una de las razones por las que una gran parte del público vivió una decepción jamás registrada en los otros fracasos mundialistas.  

Ese domingo 29 de junio, el consumo se interrumpió súbitamente; las calles, restaurantes y lugares públicos permanecieron semivacíos. El lunes, el ritmo habitual se reanudó con lentitud. En la redes circulaba el hagstag "#cuandoestoydeprimido", en donde muy pocos se atrevían a revelar la causa de ese estado. Pero esta depresión colectiva (sentimental y económica) era solo la expresión de una conducta aún más preocupante para los grandes intereses en torno del futbol: el rechazo de la marca “selección mexicana”.

En la semana siguiente, las televisoras hicieron el acostumbrado “control de daños”. Se desató una campaña en programas de televisión, radio y redes sociales para focalizar el “clavado” de Robben como la verdadera causa de la derrota, mediante una vieja técnica de la propaganda, basada en sacar ciertos hechos de contexto para poder usarlos como chivos expiatorios.

El tan repetido “#noerapenal” surgió de esta estrategia. Los errores de la selección, que finalmente propiciaron el ingreso de Robben al área chica, fueron semiborrados del análisis para culpabilizar al jugador holandés y al árbitro. Y aunque pudiera parecer extraño, pocos segmentos de la población se unieron de manera voluntaria a dichas actividades en las redes.   

La mayoría de los comentaristas de diferentes medios televisivos y radiofónicos coincidían en afirmar que el papel en Brasil fue de los mejores en la historia. “El Piojo” Herrera, aún con el reciente Mundial en curso, ya decía que en el próximo México sería el campeón, en una maniobra que, aunada a la villanización de Robben, contribuía a reactivar la vieja y nunca cumplida expectativa de ganar el título. Sin embargo, en vista de que la marca seguía siendo rechazada, los publirrelacionistas decidieron mantener en la “banca” a técnico y jugadores, con muy pocas o nulas apariciones en la televisión.

Los derechos del consumidor, quebrantados

El consumo de un producto siempre guarda un cierto de grado de insatisfacción. No hay un producto perfecto. Ello, incluso, es una condición esencial en la evolución de los procesos industriales. Sin embargo, el que un producto cause frustración, debido al hecho de no cubrir las necesidades para las que fue creado, tampoco significa que sea del todo desechable.

Mientras el producto mantenga su nivel de satisfacción considerablemente arriba del grado de la frustración que puede ocasionar, seguirá cumpliendo –en un sentido general- con las expectativas y los objetivos de su consumo. Por el contrario, si la calidad del producto se halla muy lejos de las razones por las que es ofertado, la frustración generada puede llevar a su rechazo o -en situaciones especiales- a su salida del mercado.

En el caso de la selección mexicana, estamos ante una marca cuya frustración causada por su consumo ha rebasado el margen de una tolerancia aceptable,  sobre todo en época de Mundial, donde la euforia, la función evasiva, la experiencia de la identidad nacional, y otros satisfactores de orden psicológico que ofrece el producto, se ven disminuidos por la decepción que en cada ocasión mundialista viene creciendo.

Dicho sentimiento se agudiza por un factor específico: la gran influencia en la población de la distorsionante publicidad en torno de las cualidades del equipo como producto; las abiertas o disimuladas afirmaciones de que la selección está preparada para “grandes cosas”, para “hacer historia”, cuando en realidad el equipo no ha superado el nivel de rendimiento ni los avances tenidos desde hace 20 años.

Esta circunstancia atañe de forma directa al primero de los derechos del consumidor, estipulado desde la década de los 50, relativo a que la información de los bienes y servicios “debe ser oportuna, completa, clara y veraz”, así como al séptimo de los principios básicos de la Ley del Consumidor en México, que protege al ciudadano “contra la publicidad engañosa y abusiva, los métodos comerciales coercitivos y desleales”.

Quizá el efecto más nocivo de este aumento de la frustración relativo al consumo del equipo sea el de la depresión postmundialista, o, más puntualmente, la “posteliminación México”, un síndrome que ha empezado a llamar la atención de los psicólogos industriales, quienes reportan una baja en el desempeño laboral en empresas y negocios tras el término de una Copa, pero sobre todo, luego de la periódica derrota en octavos del combinado nacional.  

Pero el fraude va más allá, cuando tras cada nueva decepción por la salida del seleccionado comentaristas y spots tienen la osadía de agradecer a jugadores y técnico por “los grandes momentos”, por “el corazón que dejaron en la cancha”, por “permitirnos soñar”, frente al hecho de que la selección, en su publicidad y propaganda, siempre incluye -aunque a veces de forma velada- la consecución de metas concretas, como el quinto partido o el campeonato del mundo, y no tan solo metas subjetivas.

Dos días después de la eliminación en Brasil, la voz en off de un spot del canal TDN, propiedad de Televisa, decía en el volumen atronador de la publicidad futbolera, quizá con una ironía oculta: “¡gracias México, gracias por la ilusión!”.

Las cifras millonarias de la selección.-

1.- Durante los ciclos mundialistas de Alemania 2006 (Lavolpe) y Sudáfrica 2010 (Aguirre), cada uno de 4 años, la Federación Mexicana de Futbol (Femexfut) obtuvo más de 270 millones de dólares, 100 en el primero y 170 en el segundo, por concepto de patrocinios, según datos de la revista Forbes de EU.

2.- Los patrocinadores Máster de la selección entregan cantidades desde 20 a 30 millones de dólares por los cuatro años del periodo mundialista (Coca Cola, Adidas, Banamex y Movistar), con lo que pueden utilizar todo lo relacionado con la selección. (Óscar Hernández, Carrilo180.com).

3.- Justino Compeán, presidente de la Federación, considerado el CEO del futbol nacional (siglas en inglés de Chief Executive Officer, “oficial ejecutivo en jefe” u “oficial superior”; en México, el director ejecutivo de una empresa), ha entregado ingresos superiores a 450 mdd e hizo crecer 2.5 veces el negocio de la selección desde que asumió el cargo después del decepcionante Mundial de 2006. (Forbes).

4.- En junio, antes del torneo, la revista Forbes publicó la lista de los entrenadores mejor pagados que estarían en la Copa Mundial de Brasil 2014, donde Miguel Herrera aparecía en el lugar no. 9 con ganancias de 2.7 millones de dólares anuales (más de 35 millones de pesos), por encima de Van Gaal, el técnico holandés que lo venció en octavos, y de Klinsman, entrenador de Estados Unidos, equipo que calificó al Mundial por arriba de México. Al respecto, cabe mencionar que después de conseguir el pase a Brasil, “El Piojo” firmó un contrato con la Federación hasta el Mundial de Rusia 2018, por lo que sus ingresos de este año ya estaban definidos.

5.- Luis Felipe Noriega, director general de la Escuela de Estudios Universitarios Real Madrid-México, declaró para la revista Expansión que entre 2006 y 2010, el equipo tricolor generó ingresos por 550 mdd, de los cuales, 170 fueron para la Federación y el resto para negocios y empresas que se benefician indirectamente de la selección. Según la Consultora CID, citada por Noriega, de dicha cantidad, el 20% fue para los 18 equipos (en ese ciclo) de la primera división, con lo cual cada uno recibió más de 6 mdd.

6.- En 2010, la FIFA recompensó con 1.17 mdd a los clubes mexicanos que cedieron jugadores a la Copa del Mundo de Sudáfrica en aquel año. (Expansión).

7.- Justino Compeán declaró en junio que la selección en el ciclo mundialista 2000-2014 generaría 250 millones de dólares, con una inversión de 150, la que sirve “para mantener a todas las selecciones, a todos los cuerpos técnicos, las giras, viáticos, seguros y premios a los jugadores. Tenemos 100 millones de dólares de superávit y con éste logramos un acuerdo con la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), con el Sistema de Administración Tributaria (SAT), para que, sin pagar impuestos, se lo regresemos etiquetados a los 18 clubes (de Primera División) para que promuevan las Fuerzas Básicas”. (Vavel. The International Sports Newspaper)

8.- Los partidos de la selección en el Mundial de Brasil dejaron una derrama de 3 mil 867 millones de pesos (mmdp) en el sector comercio del DF, informó al término del torneo la Cámara de Comercio, Servicios y Turismo (Canaco). Los tres primeros encuentros generaron de 2,658 mmdp, en tanto que el cuarto encuentro contra Holanda recaudó ingresos por mil 209 millones. Con ello,  dicho sector registró un aumento en ventas de 2.2% respecto a lo reportado en el mismo periodo del año pasado. (Notimex).

9.- La Canaco también destacó que alrededor de 35 mil negocios la asistencia de comensales superó el 90%, debido a que los horarios de los partidos de futbo en Brasil quel permitieron ofrecer promociones en desayunos y comidas. (Notimex).

10.- Los ingleses Simon Kuper, columnista del diario londinense Financial Times,y Stephan Szymanski, economista de la City University de Londres, en su libro "Soccernomics" presentan una lista de los países con mayor potencial futbolístico, donde México ocupa el lugar 78 entre 188 naciones. Los autores explican que dicha posición en la tabla se debe al tamaño de la economía del país, “relativamente bajo. Y los países -argumentan Kuper y Szymanski- juegan mejor al fútbol a medida que se hacen más ricos”.



11.- Según Adecco, organización de Recursos Humanos, sede México, la depresión postmundialista suele manifestarse con síntomas claros, algunos físicos y otro anímicos como: ausentismo, falta de motivación para el trabajo, enfermedades que antes no afectaban a la persona, resfriados recurrentes, mal humor, conflictos con los compañeros de labor o con el jefe inmediato, resistencia a avanzar con los proyectos y falta de identidad con los objetivos corporativos. (Forbes).